Atribuida a Nicolás Borrás (segunda mitad del siglo XVI)
Óleo sobre lienzo
La Virgen María nos mira en silencio, en una representación íntima y serena que responde al tipo iconográfico conocido como “la Verónica de la Virgen”. De busto corto y ligeramente girada hacia la derecha, cubierta con un doble manto blanco sobre un fondo sobrio, la obra trasluce la influencia de las “viera effigies” italianas que circularon por Europa a partir del siglo XII, a menudo atribuidas a san Lucas. Aun así, este modelo concreto tiene raíces propias en los territorios de la Corona de Aragón, promovido por el devoto rey Martín el Humano. La composición, de gran sobriedad y recogimiento espiritual, se inscribe plenamente en la sensibilidad devocional del Renacimiento valenciano. La atribución a Nicolás Borrás se explica por la atención al por menor, la suavidad de los rostros y la gravedad silenciosa que rodea sus figuras femeninas. Esta Virgen María, alejada del dolor explícito, encarna una piedad serena que invita al recogimiento contemplativo.