Escuela de Manuel Pereira y Juan Sánchez-Barba
Siglo XVII
Talla de madera policromada
Yace Cristo, inmóvil, sobre almohadas de terciopelo encarnado, vencido por el dolor y la muerte. Su cuerpo, tallado en madera viva, habla con heridas abiertas y venas tensas del suplicio padecido. La sangre, detenida en su fluir, aún recorre su frente como un río seco de redención. Las manos, cruzadas con dulzura, sujetan el paño que vela la última dignidad. Sus pies, alzados sobre el último descanso, guardan el eco del clavo que los traspasó. La piel, quebrada por la pasión, es testimonio del amor llevado al extremo. No hay gesto de desesperación, solo silencio. Un silencio que duele, que espera. Es el Cristo del barroco, que no grita, pero lo dice todo.